de Percy Bayona Inoñan, el Martes, 30 de agosto de 2011, 10:45
Nina tenía 8 años era una niña tan tierna, en su mirar sus ojos celestes se pregnaban en lo mas profundo del alma, es como si con su mirada penetrante leyera lo que uno estaba pensando. Su papá era un ogro de 1.95 de estatura y su madre una bella mujer rústica del campo talareño donde cierta vez un grupo de colonos americanos trabajaban en la extracción de petroleo. Pero el cacarter de su padre era algo de temer siempre que terminaba la faena semanal este se embriagaba al punto de tornarse un autentico animal que cualquiera que se le cruzaba de seguro terminaría propinandole una tanda de padre y señor nuestro.
Alquilaba una casa al frente de donde vivía Nina y siempre le veía pasar con su madre de la mano y hicimos una amistad de muy buena relación pero esa tarde todo pasó tan rápido, se oyó un tremendo estruendo en la esquina y la multitud se aglomeró en torno a dos personas, la curiosidad no era algo que me llame la atención pero al ver salir a Nina disparada de la mano de su madre fue algo que me isntó a ver que era lo que ocurría, al llegar a la multitud me sorprendí viendo al padre de Nina peleandose a puño limpio con otro sujeto que en verdad no le llegaba ni al pecho y para colmo era amigo de la pensión donde vivía, era algo exageradamente desventajoso ver que tan tremenda corpulencia envuelta en furia golpeaba y golpeaba el cuerpo ya indefenso del hombre, que para el peor de los colmos era un trabajador de la planta de petroleo donde yo trabajaba y sin pensanrlo dos veces intervení como un verdadero héroe que salva a una victima de un villano, demas esta contarles que esa intervención me costo unos buenos sopapos en las costillas pero ese enorme hombre era un enorme costal de piedras y la verdad poco podía hacer, al menos dejó de golpear al amigo y bueno quedaba a yo su merced. Pero algo sucedió, cuando Benjamin el padre de Nina, me había tomado del cuello y se preparaba para darme al parecer un golpe final se oyó una voz finíma y casi melodiosa - papito dejale ya ven conmigo - Dios- era como un angel enviado del cielo, logré levantar la mirada porque ya estaba en el suelo ya que Benjamin me había soltado al oir tremendo azote de ternura, fue algo increible - ya no pelees papá ven a casa - ven descansa - a Dios no le gusta verte pelear - le tomo de la mano y semejante mole se fue reclinando y empezó a llorar y apedirle perdón a su diminuta hija.
La verdad fue algo que mas ayá de los golpes recuerdo esa carita angelical de Nina, despues del tumulto, fue vergonzozo que nos llevaran al Centro de Salud de talara, por suerte tenía amigos que se ocuparon de mí, pero eso era lo de menos, solo me quedaba entender como es que Nina y su madre podían vivir con semejante bestia humana y ahora lo entendía Nina tenía el control y si eso era así pues imaginaba en mi cabeza la gran gran batalla de filisteos e iraelitas en otras palabras DAVID Y GOLIAT...
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