Caminante, aquel so yo, y busco la tierra mía,
aquella que dejé un día, aquella que otra voz oyó,
aquellos pasos perdidos, que me robó el amor
son los recuerdos vivos, de mi tierra la añoranza,
aquellas que cuando niño, fue en su tierra mi desvelo
aun me veo corriendo, descalzo, triste y mozuelo,
que reía con los circos, y las bandas patronales,
pues rondaba en los castillos, de juegos artificiales,
y fui un hijo del mar, recursero vil pilluelo,
de los barcos harineros, un trabajador sin desvelo
allí se forja la hombría, allí tus primeros ideales,
y así, me fui de mi madre, que por justo un hijo crió
solo vete hijo mio, llévate mi bendición,
y pasaron días, meses, años y el tiempo me dio la razón,
algo en mi corazón me decía necesario,
que sería extraordinacio volver a la tierra mía,
aquella que abandoné un día tan solo siendo un mozo,
el mar y las bellas playas, bañaban la gran bahía,
el muelle tétrico viejo, que solitario dormía,
el malecón que apenas se sostenía en su vieja pileta,
y botes en astillero y un verde dura pobreza,
me decía que el pueblo mío se moría de gran tristeza,
allí mi casa vieja y mis recuerdos andantes,
eran sueños flotantes roídos en mi cabeza,
allí el cabello blanco, de mi querida vieja,
con una tierna caricia y una gran sutileza,
volviste querido hijo, a esta tu vieja cuna,
aquella donde no hay oro y mucho menos fortuna
aquí naciste al mundo, aquí donde no hay gloria,
solo recuerdos de infancia que te avivan la memoria
y así entre cruces viejas de un fantasma cementerio,
veía la tierra mía y detrás de mis viejos recuerdos,
ya he marchado ya estoy lejos, ahora solo y viejo,
solo cuento la historia de aquel Puerto Supe viejo,
aquella la tierra mía, aquella donde nací.
PBI.
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