La vida, es una constante, desde que nacemos es casi una carrera en la cuál competimos por sobrevivir y de hecho cada etapa de nuestra vida tiende a ser marcada por un inicio.
Mi abuelo era un hombre cuya paciencia era algo indescriptible, llevaba casi un año viviendo con él y nunca habíamos hecho un diálogo al menos como para entrar en confianza, pero muy dedicado a su chacra y el trabajo a la vida rústica. Trabajar el campo era pues toda una exigencia, había que levantarse a las 5:30 de la mañana para ir a cuidar la chacra y hacer los menesteres en ella, la pregunta de un día fue como llegué a vivir allí, si hasta los 10 años vivía en Lima, la verdad hasta ahora nadie me ha respondido eso, pero fue una etapa marcada en mi vida pues aprendí que la vida del campo es totalmente distinta a la vida en la ciudad.
Considero que esta parte de mi vida tuvo mucho que ver en mí, puesto que influyó en mi carácter pero algo curioso que nunca había advertido era la gran sabiduría de mi abuelo, nunca había notado su manera de actuar al hacer sus cosas, hasta que un día ocurrió algo inesperado.
El transporte rápido para ir de la casa a la chacra era un viejo pieaejno o burro o asno como usted le quiera llamar, y sucedió que antes de llegar a la puerta de entrada, una serpiente de color plomizo, paso delante de las primeras patas del pieajeno y este se asustó levantandose en dos patas y emprendiendo la carrera hacia la continuación del camino, sorprendido por esta actitud del animal, solo atiné a sujetarme con todas mis fuerzas, vano eran mis esfuerzos por sujetar las riendas del animal, pues mientras mas fuerza le aplicaba a las riendas, el animal sentía mucho mas temor, pero en fin hasta que por fin se canso y la verdad no me había percatado que el animal había avanzado un buen tramo del camino, no cabe duda y creo que usted haría lo mismo, tan luego se detuvo el animal pues baje tan rápido como el había corrido.
Todo parecía solucionado pero al darme cuenta y la verdad sin mas vueltas estaba perdido pues nunca había avanzado mas del límite del camino que llegaba a la chacra de mi abuelo.
Alzando la vista y casi extenuado por la agitación que me había provocado tremendo susto, les aseguro que jamas me había aferrado a algo como en ese apero o silla de montar que usan los pie ajenos, pero así fue.
El espacio donde estaba tenía tres senderos y la verdad no sabía cual tomar para emprender el regreso al final me decidí por el camino del centro pues era el mas atractivo y así fue, caminé y caminé y caminé hasta me dio la noche, mientras mas caminada mas denso se hacía el bosque hasta que mi pecho se sintió extremadamente agitado no se si era por la barbaridad que caminé o era el miedo que me decía que que estaba solo y a su merced.
Bueno era lógico tuve hambre, sed, y un sueño estaba tremendamente cansado, jamás había estado solo, pero en fin comí fruta que había recogido por el camino y busque un algarrobo coposo que me permita abrigo y ya así solo me acurruqué y quedé profundamente dormido no se en que momento amaneció pero al abrir los ojos mi abuelo estaba sentado frente a mí había hecho fuego y por Dios había una sabrosísima y aderezada carne asándose y un olor a café pasado sin igual, me levante como un resorte y sin decir palabra alguna mi abuelo me invito a desayunar con él, les aseguro que fue el café mas delicioso que había probado y la carne asada mas suprema del mundo pero se acabó la ilusión y emprendimos el regreso todo el camino era silencioso pero en el trayecto me di cuenta que había cogido el sendero que me conducía al extremo del pueblo, pocas palabras había invertido el regreso, pero en fin lo que estaba hecho hecho esta, demás está mencionar la tunda que se me propinó y el castigo peor, o sea encima que me perdí me castigaron pero eso era lo de menos estaba en casa.
Mi abuelo no había dicho una sola palabra pero al día siguiente, no soporté el silencioso tormento de preguntas que daban vueltas en mi cabeza, fui en su busca y pregunte. abuelo cómo me encontraste, fue una pregunta directa, mi abuelo me dijo ven conmigo, y me llevó hacia el potrero donde guardan los animales y me señaló hacia el frente lo ves me dijo, si, era el piajeno, me di cuenta que el burro estaba allí como si nada hubiera pasado, los animales tienen un buen instinto y aprenden muy bien cuando se les enseña no te diste cuenta que el pieajeno regreso por el mismo camino donde vino solo tenías que seguirlo y cuando lo hallé al ir a buscarte estaba frente a la puerta de la chacra, lo monte y le hice caminar hasta el desvío que habías tomado que por cierto solo era media hora para llegar hasta acá pero como cogiste el camino inverso pues caminaste en vano pues mas arriba solo hay potreros de algarrobos y algarrobos y algarrobos, y no dijo nada mas.
Saben vivía con mi abuelo y no me había percatado que en verdad se preocupaba por mí solo que no lo demostraba y para colmo vivía con el, mi abuela, mas las vinagrias y amargadas de mis tías que solo veían en mi un lazarillo mozuelo que le servía a todos sus requerimientos, pero desde aquella fecha caminé tan junto a mi abuelo que pude vivir el año siguiente al lado de él y aprendí muchas cosas una de ellas a ser siempre presto y observador pues hay muchos detalles que hacemos ha diario y a veces ni nos damos cuenta que hay personas a nuestro alrededor y que de ellas se aprende bueno o malo pero se aprende.
PBI.
martes, 26 de julio de 2011
UN MOMENTO DE MI VIDA
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