No te calles,
díselo,
díselo,
que te duele el alma,
ahogada,
que ya no estas sumisa,
ante su mirada,
dile,
que estas a mi lado,
y que le has olvidado,
del poder maldito,
de sus gritos,
de su pestilente borrachera,
y de esa hora en la calle,
cuando te arrojaba,
al frío,
me río,
y hasta la hora maldigo,
que hayas cedido,
al poder de tu belleza,
y de esa delicadeza,
abrazada en llanto,
dile,
que estarás conmigo,
y que se trague toda su hombría,
caprichosa,
y que tu risa, es mi brisa,
dile que dejas su amargura,
y que otra ternura,
te espera en la esquina,
para vivir,
la otra historia perdida,
de mi vida.